En la “laguna del encanto”, conocido como Guelatao, nació el 21 de marzo de 1806 un niño, al que sus padres que llamaron Benito.
Benito era un niño obediente, le gustaba la naturaleza y nadar en la laguna. Desde pequeño trabajaba en el campo con su padre, aunque para él era agotador y prefería jugar con los animales, con la tierra o treparse en los arboles, no se negaba. En las noches soñaba con los juguetes, libros y colores que los “niños ricos” de las haciendas cercanas tenían.
El niño creció y deseaba ir a la escuela pero sus padres no tenían dinero para mandarlo a estudiar; Benito aprendió de lo que vivía y venía a su alrededor: identificaba el momento en que a los árboles se les caen las hojas, cómo nacen los pollitos y las vacas, entre otros. A la edad de 9 años sus padres murieron y unos tíos lo cuidaron pero lo pusieron a trabajar en el campo, cuidando las ovejas.
Benito Juárez se sentía sólo y triste, sus hermanas estaban lejos de él no tenía a nadie quien lo abrazará y le contará cuentos. Ahora, todas las noches soñaba con buscar a sus hermanas.
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